Nuestro pobre protagonista es un hombre de 45 años, casado con Cristina una hermosa mujer y siendo padre de Marisol, Fernanda y Carolina de 5,10 y 14 años respectivamente. Sufrió un accidente en el laboratorio donde trabajaba lo cual ocasionó que su cuerpo sufriera cambios muy radicales, sufrió un descenso en su estatura y perdió su masculinidad por completo, convirtiéndose en una pequeña adolescente. A manos de su hija Mayor el protagonista comenzó a usar ropa más acorde a su nuevo cuerpo. Con un nuevo puesto de trabajo Cristina puso a cargo de la casa a su hija mayor por encima de su propio esposo a quien ella ya no consideraba capaz de cuidar a sus propias hijas. Carolina quien era la que estaba a cargo cuando su madre no estaba, realizó un buen trabajo cuidando y haciendo que sus hermanas menores incluyendo su padre la obedecieran en todo. El protagonista de esta historia no pudo tolerar más la humillación de recibir y obedecer las órdenes de su propia hija de 14 años, así que armado con toda la confianza trato de recuperar su papel como padre ante su hija abusiva pero lo único que obtuvo como resultado fue una bofetada de su propia hija y una gran amenaza por parte de ella, Después de la bofetada el prota no le quedó de otra e ir a lavar los trastes al darse cuenta que no podía hacer nada contra su hija Carolina quien evidentemente era mucho más alta y fuerte que el,
Capítulo 2
Después de terminar de lavar los trastes, limpie mis ojos llorosos, vi en la sala a Carolina sentada en el sofá viendo su celular el cual parecía estar bien o eso me imagine. Fui directo a mi cuarto, el cuarto que compartía con mi hija, ya en el cuarto lo primero que hice fue verme en el espejo del tocador que tenía mi hija, pude ver el rostro de una niña con los ojos rojos y el pelo hecho un desastre, trate de arreglarme el pelo con mis manos, pero en ese momento comencé a llorar nuevamente, me derribe en el suelo tratando de controlarme, Fernanda entró en el cuarto y se acercó y me abrazo, me pidió disculpas por dejarme solo y por no haber hecho nada. En ese momento comprendí porque Fernanda y Marisol obedecían todo lo que Carolina les decía. Fernanda me tomó de la mano y me llevó a su cuarto. Recuerdo que mi hija me dijo “Fernanda es mala, debes acusarla a mamá cuando regrese a casa” por un momento considere hacerlo pero luego creí que era estúpido acusar a mi propia hija con mi esposa.
Fernanda fue muy amable conmigo, ese día yo llevaba puesto solo una blusa de Carolina que prácticamente me quedaba como un vestido de lo largo que me quedaba, repentinamente Fernanda me vio fijamente y me comenzó a quitar la blusa que llevaba puesta y ante mi poca resistencia logró hacerlo, me dio mucha vergüenza que mi hija viera que debajo de la blusa lleva un sostén de entrenamiento.
Ante mi repentino cambio de sexo, mi pene había desaparecido y en su lugar se había formado una vagina, pero nunca me crecieron los pechos, no obstante si sentía dolor en ellos y mis pezones se volvieron sensibles, con mucha vergüenza y sin saber que hacer se lo comente a mi hija Carolina quién me explico que era normal en las niñas en crecimiento, sin embargo yo no estaba en crecimiento sino lo contrario, fue así que bajo la sugerencia de Carolina comencé a usar un sostén de entrenamiento, al principio no quería usarlo pero fue la única forma en la que la incomodidad de mis pezones sensibles disminuyera, esto sucedió antes del incidente en el que Carolina me abofeteara.
Me cubrí con ambas manos para que mi hija no me viera con ese sostén de entrenamiento, me daba pena que mi hija me viera usar algo tan femenino, siendo yo su padre, pero entonces ella me dijo “Vamos papí aun con la blusa se podía ver lo que llevabas puesto debajo, además yo también estoy usando uno, así que, no te avergüences” Y como no me iba a avergonzar, después de lo que me dijo, ella creyó que yo me sentiría bien al saber que ella también estaba usando un sostén de entrenamiento, en primer lugar yo no debía de estar usado algo que solo las mujeres en cierta etapa de su vida usan. En ese momento mientras me cubría la parte superior de mi cuerpo, el calzón que llevaba puesto de los grandes que me quedaban se deslizaron fácilmente.
Había empezado a vivir siempre con la incomodidad de estar subiendo el calzón que a cada rato sentía que se me caían, por lo grande que me quedaba. Pero por estar tan preocupado de que mi hija me viera con el sostén de entrenamiento me olvide de sostener el calzón que en cualquier momento se iba a caer, y así sucedió, lo que menos quería que sucediera, sucedió pude ver como los ojos de Fernanda se clavaron en mi entrepierna cuando el calzón que tenía se deslizó por mis piernas hasta llegar al piso. De la manera más rápida que pude me subí nuevamente el calzón quedándome mucho más avergonzado que antes. Fernanda solamente dijo “Papí realmente de convertirse en una niña tienes una vagina como yo” Escuchar eso de mi pequeña hija me hizo sentir muy mal, no pensé que dijera eso precisamente pero, lo dijo.
Lo más vergonzoso fue cuando mi hija que si ver más de cerca mi entrepierna así que se puso de rodillas y me bajó el calzón, por supuesto trate de detenerla pero me fue imposible me hizo cosquillas en mi barriga y baje mi guardia. después que a Fernanda se le quitara la curiosidad me dejo ponerme nuevamente mi ropa interior pero luego, ella me dijo “Papí esa ropa de Carolina ya no te queda porque no usas algo de mi ropa, tengo mucha y no me molesta compartirla contigo” En ese momento me conmovió ante el buen gesto de mi hija, sin embargo tampoco me agradaba la idea de en ese entonces usar la ropa de mi segunda hija, pero aun así, sabía que ella tenía razón, la ropa de Carolina ya me quedaba muy grande y necesitaba otra ropa que usar más acorde a mi nueva complexión, no me agrado la idea pero no tuve de otra. Fernanda emocionada comenzó a mostrarme los cajones donde estaba su ropa, primero abrió uno y me dijo “Ahí hay calzones escoge uno” había una gran variedad pero todos eran muy infantiles para mi gusto, no obstante tomé uno al azar y resultó ser uno de color amarillo con algunos estampados y su listón en la parte frontal. Luego Fernanda siguió abriendo cajones y diciéndome que tomara lo que quisiera, al final escogí unos shorts rojos, y una blusa blanca con el estampado de una princesa, todo lo escogí al azar, cuando me vestí note que la ropa de Fernanda me quedaba perfecta y se sentía muy cómoda.
Cuando termine de vestirme Carolina se asomo por la habitación de Fernanda y nos vio, pude ver que Carolina se sorprendió un poco al verme con mi nuevo atuendo ella se acercó a mí y me pidió disculpas, “Lo siento mucho papá no debí golpearte, lo siento por favor no se lo digas a mamá, pude ver que mi hija estaba muy arrepentida así que le dije que la perdonaba pero que nunca me volviera a pegar, ella me dijo que nunca lo haría luego me abrazo fuertemente y me dijo “Veo que mi ropa ya no te queda, esa ropa te queda muy bien, papá puedo peinar tu cabello” pensé que se sentía muy mal por como me había dejado el cabello luego de tremendo jalón que me dio, así que le dije que si podía, me senté en una silla y Carolina comenzó a cepillar mi pelo, debo decir que dejar que me cepillaba el pelo se sintió muy agradable y relajante, casi me duermo hasta que Carolina dijo algo que solo iba a empeorar mis mi vida. “Dios mío papa, no me había dado cuenta pero te pareces mucho a Fernanda” Fernanda al escuchar eso se acerco a mi y dijo es cierto luego Fernanda y yo nos paramos frente a un espejo y pude notar que efectivamente me parecía mucho a mi hija, aunque se podía ver una ligera diferencia, casi no se notaba que yo era ligeramente más alto que mi hija. Podrías pasar como la gemela de Fernanda dijo mi hija, después de peinarme mi Carolina me hizo una cola de caballo, como yo conocía ese estilo de peinado, luego se retiró de la habitación diciendo que se iba a bañar.
Cuando Carolina salió de la habitación Fernanda cerró la puerta y vi que tenía una sonrisa un poco extraña, Nunca pasó por mi mente lo que me iba a decir mi hija y aun así lo sigo recordando claramente, Fernanda se acercó a mí con una sonrisa de oreja a oreja, “Papí te pareces mucho a mi y podrías ser mi gemela” Fer parecía emocionada pero yo no, a qué padre le emocionaba parecerse físicamente a su hija de 10 años y convertirse en su gemela. ¨Papí que tal si finges que eres yo” dijo Fer, yo me quede sorprendido y le contesté con un rotundo no, ella insistió y me dijo que sería divertido, pero yo no le veía divertido fingir ser mi propia hija, luego Fernanda puso un puchero y sin previo aviso se abalanzó sobre mi y comenzó a hacerme cosquillas, no me había considerado una persona quisquillosa, pero debió ser por mi nuevo cuerpo que me estaba muriendo de la risa, le dije a Fer que se detenga pero ella solo me dijo que se detendría si aceptaba fingir ser ella, le dije que nunca lo haría y ella contesto que nunca se iba a detener con las cosquillas, aguante hasta donde pude no paraba de reírme, quería que Fer se detuviera ya que sentía que me iba a orinar de la risa, y no tardó mucho hasta que sucediera sin embargo no quería que eso pasara así que como pude le dije a Fernanda que iba a hacerlo, ella se detuvo pero fue demasiado tarde pues ya me había orinado.
Papí si hubieras aceptado desde el principio no te hubiera pasado esto. esas fueron las palabras de mi hija, mientras limpiaba el piso, “luego va a apestar” dijo ella, mientras yo estaba de rodillas limpiando y con mi cara llena de vergüenza, fui a buscar un trapeador del baño lo humedecí y limpie el piso, también le eche algo de shampoo para que no oliera mal. Cuando termine de limpiar mi hija dijo “Bien hay que ver si funciona mi plan” yo le dije que no iba ha hacer nada, pero ella me dijo “Pedo dijiste que si papí”, con las manos cruzadas le conteste que solo lo había dicho para que me dejara en paz, entonces mi hija nuevamente me tiró al suelo y comenzó a hacerme cosquillas, yo comencé a reír como loco, las cosquillas no duraron mucho pero Fernanda me dijo “Si no lo haces te hare cosquillas hasta que te orines una y otra vez” luego continúa con sus cosquillas y le dije que estaba bien que aceptaba, me sentí muy humillado al ser chantajeado por mi propia hija de 10 años.
Aun con la ropa mojada, mi hija pensativamente dijo “Umm no se como podemos hacer que esto funciones, ya se papí primero quiero que te cambies” así lo iba hacer pero esta vez Fernanda eligió la ropa que me iba a poner, me entregó un nuevo calzon limpio, una blusa rosada, color salmón, y una falda de flores, luego deshizo mi peinado de cola de caballo y me hizo dos coletas. Ella se comenzó a quitar la ropa y se puso un short color beig y se puso la blusa blanca que yo me había quitado luego se hizo una cola de caballo.
Fernanda pasó un buen rato obligándome a copiar todo lo que ella hacía desde sentarse, mover las manos, hablar, en fin ella hacía o decía algo y yo tenía que hacerlo de la misma forma, así estuvimos hasta que llegó mi esposa. “papi recuerda que debes llamar a mamá, mamí” sabía que iba ser un tormento tener que fingir ser mi hija y ahora se que no debía seguirle el juego pero por alguna razón le tenía miedo a que Fernanda me hiciera cosquillas hasta orinarme. “Fer por favor no actúes como una niña frente a mamá sino se dará cuenta de quién eres” le suplique a mi hija, aunque lo mejor hubiera sido que mi esposa la descubriera y para que olvidara su tonto plan, “si papí yo se que hacer, por cierto debes llamarme papi, para que piensen que tu eres la verdadera Fernanda, bien Fernanda vamos a saludar a mama que ya regreso de trabajar” Me sentí muy extraño cuando mi hija me llamo Fernanda pero mas extraño fue cuando le conteste a ella “si papí”